Descalza


Deambulo en mi habitación como una loca.
Veo a mi triste sombra seguir inútilmente mis pasos.
La sorprendo besándome el tobillo.
Y por un momento, me río de mí misma
mientras continúo mis pasos sin sentido.

jueves, diciembre 30, 2004

2.005

No necesitas papel de regalo, porque no estás de estreno, te disfrazas de gala para celebrar que te queda un año menos. No necesito envolverme en celofán para recibirte, porque siempre estás huyendo y ya aprendí a atraparte en mi telaraña desnudando mi piel para sentir cada roce de tu segundero.

Destejer las horas pares, en blanco y negro, que se escurren en mi reloj de arena, es colorear cada minúsculo cristal que cae del haber al debe. Otros les llaman recuerdos.


Las doce me encontrarán perfilando de rojo mi boca,
a cinceladas,

(las huellas de pintalabios acaban desapareciendo),

y yo quiero tatuar los momentos impares que están por llegar
a mordiscos
amordiscos
a mordiscos,


para que no se borre

ni el sabor de mi firma,
ni la curva de mi aliento,
ni el tacto de mi sonrisa,
en ellos.

martes, diciembre 28, 2004

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Siempre con el cambio de año,
me siento con el derecho de pedir deseos, una especie de inercia convencida y consecuente, - cómo cuando se me cae una pestaña, posarla sobre la yema del índice, soplar y soñar, nada demasiado mágico, nada demasiado imposible, polvos de azar para el camino ya trazado.- Este año la lista era abuRmadora, llevo semanas dándole vueltas, indecisa, superada, tacha, quita, suma, pon, valora, compensa, resta, prioriza, criba. Pero ya está, ya lo he decidido, voy a concentrarme en un sólo deseo:
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*** Deseo que en el 2.005 mis tetas dejen de caerse.
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Y del resto, del resto ya me ocupo YO ***
+
+

lunes, diciembre 27, 2004

Dame un beso

"Ven"

“Ven, déjame que te lo explique de esta manera, ven a mí, ahora lo vas a entender mucho mejor”. Y sin duda lo entendí mucho mejor. Un beso para perderse en ese refugio dulce donde uno se dedica a vivir sensaciones sin ocuparse de lo que sucede fuera de las bocas en las que se hace el amor. Ciegos los ojos, sordos los oídos, inertes las piernas, dormidas las manos, borrado todo el cuerpo...

Quiero volver a ahogarme en una boca,
hasta sentir un placer tan agudo
que duela.

viernes, diciembre 24, 2004

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jueves, diciembre 23, 2004

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Es curioso
no cabe

la construcción sin la destrucción


(ni
las
huidas
sin
las
llegadas)

martes, diciembre 21, 2004

666
Es jodido cuando la ira se apodera de tus dedos impotentes tres veces al día. Y te sorprendes encerrada en el cuarto de baño de la estación, encajonando tu pelvis bajo la mesa del despacho o escondiéndote en los probadores de una tienda cualquiera que te pillaba de camino, con la mano ahorcada entre tus muslos y dentro de la braga. Abofeteando tu sexo con ansia cansina y veloz, frotar cual estropajo sin control, poseída por el animal sin gemido ni deseo. Puta desesperación en el vértice del vértigo. Orgasmos secos. Ahogándote sin sed ni riadas. Desgarrando el placer. Follar sería tan fácil como marcar el 7 en el móvil y lamerán deliciosamente tu culo -lo cual es un lujo cuando tan pocos hombres saben comerse un coño delicatessen-.

Es la frustración del personaje. La comedia de tus cadenas. La mentira de la tragedia. Vagas con los labios hinchados, martirizados, doloridos... y en la palma ese olor agridulcemente pegagoso que aspiras una y otra vez para calmar el mono del desencuentro entre tu cara y el patético reflejo en el espejo que arañas cada mañana.

domingo, diciembre 19, 2004

mayo 2004- diciembre 2004

me duelen
los pies
Por tus momentos

Tú sabes que no te quedan atajos. Es éste y nada más. Tú sabes que las piedras grises obligan tus pasos. Un paso, otro y otro a sumar. Tú sabes que te llevan dónde no quieres llegar. Irás. Vas. Tú sabes que el final no es tuyo. Lo darás. Lo das. Tú sabes que no existe destino sólo caminar. Sin parar. Tú sabes que tus pies se fuerzan. Te dolerán. Te duelen ya. Tú sabes que la oscuridad se acaba, pero que mirar buscando es no encontrar.

Sabes tanto que me das miedo. Miedo de que vagues hacia, por, para… y que en tu andar, no palpes tus ganas, no descalces tu mirada, no respires tus deseos, no olfatees tu risa, no escuches tus fuerzas, no sabores tu aliento. Me das miedo marta, miedo de que no sientas lo que los espectadores ajenos sí vemos. Que en ese suelo impuesto el sol se cuela y lucha por ti, hacia ti, para ti. Regalándote tu juego de luces y sombras, de frío y calor. Peleas sola, y sola tú ganas. Pero para eso pelea. No, lo sabes, sé que lo sabes, no existe el premio por todo, pero no olvides pelear por tus momentos en tu largo caminar. No los pierdas, no los dejes atrás.

viernes, diciembre 17, 2004

Grito

(...)

No pudo esperar al día siguiente, y esa misma noche gritó. El grito retumbó en los muros de roca de la cueva. Un alarido. Una queja. Por su boca abierta escaparon de golpe todas sus renuncias. Ella sentía en los labios el roce del aullido al salir.

Él la escuchaba sin alarmarse, buscó sus manos y encontró sus puños cerrados. Ella abrió los dedos y los entrelazó a los de él, apretaron los dos y él comenzó también a gritar. Sus bocas se acercaron para unirse en el grito, para compartirlo de cerca. El grito les llevó al silencio y los labios al beso.

30 de junio de 2.004

jueves, diciembre 16, 2004

¿Qué mire dónde?

Ah, al fondo...

No, allí no quedan mesas libres.

....

...

..

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martes, diciembre 14, 2004

¿?

A veces al desvestirme (acción paralela a d-e-s-n-u-d-a-r-s-e)
mis tetas me brindan alguna visita sorpresa. Hoy era un precioso dibujo de chocolate con forma de bota chupamelapunta y taconea. Restos del bollo del desayuno, supongo. Cada vez estoy más convencida que lo mío no es un escote, sino una papelera.

lunes, diciembre 13, 2004

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Nunca fue niña de peluches ni muñecas.
Pipo llegó a destiempo y como desacertado primer regalo. El día que tiró su viejo cuerpo, de más de un metro y perfectamente amortajado para tan solemne ocasión con el vestido de moho zurcido con el hilo de sus flujos y lágrimas en el contenedor de la basura, dejó de ser el brazo consolador con cuerpo de oso y alma de almohada frustrada. Lo mató tarde, lo dejó agonizar inhumana e ingratamente, y sólo reunió valor cuando lo vio yacer moribundo en los cuidados intensivos del trastero. Una eutanasia compasiva, nada más eficaz y rápido que un golpe certero en la nuca (como con los conejos), no hay dolor. Por ataúd una preciosa bolsa con motivos navideños, del Corte Inglés, y como corona, musgo del Belén. Ese año para los Reyes pidió un bono de diez, y lo usó entero para alquilar muñecos hinchables.

(...)



Cuando
las patadas, asustadas, rebotan en mi bajo vientre,
buscar abrazos en 15 metros cuadrados se reduce a:

cruzar con más fuerza
la chaqueta de lana sobre mi pecho...

(Me da miedo que llegue mañana.)

viernes, diciembre 10, 2004

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A veces crees que deberías dejar
de emborrachar tu lengua y sin embargo,
rellenas la copa de su ombligo una y otra vez,
para ahogarte en los charcos entintados de su súplica:
bebe cielo, bebe. Y tú deseando que respire con sus dedos
tus silencios de zorra, mientras te fuma las nalgas y contamina
el tiempo que te viste, desde tus tobillos hasta tus caderas, con un mantel
a cuadros rojos y blancos, con las velitas para dos que nunca has encendido..

jueves, diciembre 09, 2004

Voy a ponerme una coleta bien tirante,
para que me ayude a mantener los ojos abiertos. Espero que de paso también me aguante la sonrisa.
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he vuelto

lunes, diciembre 06, 2004

Refugiada

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(i)

Huir para resbalar entre la masa de plastilina que moldea la ciudad. Desayunos de media noche con el lápiz, afilado, en la mano y el papel en el estómago; ese que te devuelve las palabras del desencuentro. Vómito. Resaca de ayeres. Acidez en los pies, nauseas en la lengua. No tienes hambre. Hoy no, pero sabes que mañana volverás a beber. Para sobrevivir. Vivir. Ir. Borracho, en mi.

(ii)

Soñé que te comía la boca, con cuchillo y tenedor.

(iii)

¿Dónde vas Descalza? ¿Por estas calles en las que he llorado mis vidrios rotos? Ciega y sueca, esquivo las deudas que me reclama el suelo.

(iv)

Ella es regazo para mecerse, de piel y tierra.

(v)

Para todos los que creen en mi tiempo.

viernes, diciembre 03, 2004



me voy

jueves, diciembre 02, 2004

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Gordas,

los tacones mandarin-os prohibidos, dañinos para el bolsillo -échame unas tapas, ponme una tapa-. Si tienes niños, no los dejes a su cuidado, te los llevará a la guarde sin que hayan desayunado. Huérfana teta de leche. Se rasgan las medias de rejilla,

hoy no era día de faldas, ni jueves, ni domingo de bragas. Controla a la perfección el goteo del suero del que se nutren los pellejos de los brazos de un viejo, postrado. Moribundos sin fe,

se pudren los periódicos, inoloros junto a la taza del water que la echa de menos. Se sienta, se levanta -tengo prisa, toda la prisa- no le deja saborear el tacto de sus nalgas. -¿Ya te marchas?-

tira de la cadena, guarra. Veinte días, suman la cuarentena. Incomunicada. Recibirá las campanadas pateando su espalda enclaustrada en el despacho que devora a gritos todos los hijos del tiempo. Mira cómo babea Cronos, voraz, insatisfecho eructo. Tomó los votos,

pobreza, obediencia, castidad y clausura. Tarde. Celibato en los párpados atravesados con un palillo de acero y sal con sendas roscas en su cara interna. Topados.

Su cruz. Tu cruz. Mi cruz.