Descalza


Deambulo en mi habitación como una loca.
Veo a mi triste sombra seguir inútilmente mis pasos.
La sorprendo besándome el tobillo.
Y por un momento, me río de mí misma
mientras continúo mis pasos sin sentido.

martes, diciembre 21, 2004

666
Es jodido cuando la ira se apodera de tus dedos impotentes tres veces al día. Y te sorprendes encerrada en el cuarto de baño de la estación, encajonando tu pelvis bajo la mesa del despacho o escondiéndote en los probadores de una tienda cualquiera que te pillaba de camino, con la mano ahorcada entre tus muslos y dentro de la braga. Abofeteando tu sexo con ansia cansina y veloz, frotar cual estropajo sin control, poseída por el animal sin gemido ni deseo. Puta desesperación en el vértice del vértigo. Orgasmos secos. Ahogándote sin sed ni riadas. Desgarrando el placer. Follar sería tan fácil como marcar el 7 en el móvil y lamerán deliciosamente tu culo -lo cual es un lujo cuando tan pocos hombres saben comerse un coño delicatessen-.

Es la frustración del personaje. La comedia de tus cadenas. La mentira de la tragedia. Vagas con los labios hinchados, martirizados, doloridos... y en la palma ese olor agridulcemente pegagoso que aspiras una y otra vez para calmar el mono del desencuentro entre tu cara y el patético reflejo en el espejo que arañas cada mañana.