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Éste es mi árbol de los deseos para el 2.007:

en alguno de esos sobres puede que estén los tuyos

o los tuyos,



pero los tuyos

seguro que están.

burma

"Dos de las canciones eran suyas,

nombres de lugares que me parecieron al mismo tiempo nombres de mujeres: Burma, Lisboa. Con esa lucidez que da el alcohol bebido a solas me pregunté cómo sería amar a una mujer que se llamara Burma, cómo brillaría su pelo y sus ojos en la oscuridad. (…)

(...............) Pero ese recuerdo que agravaron la soledad y la música no pertenece a mi vida, estoy seguro, sino a una película que tal vez vi en la infancia y cuyo título nunca llegaré a saber. Vino de nuevo a mi porque en aquella música había persecución y había terror, y todas las cosas que yo vislumbraba en ella o en mí mismo estaban contenidas en esa sola palabra, Burma, y en la lentitud de augurio con que la pronunciaba Billy Swann: Burma o Birmania, no el país que uno mira en los mapas o en los diccionarios sino una dura sonoridad o un conjunto de algo: yo repetía sus dos sílabas y encontraba en ellas, bajo los golpes de tambor que las acentuaban en la música, otras palabras anteriores de un idioma rudamente confiado a las inscripciones en piedra y a las tablas de arcilla: palabras demasiado oscuras que no pudieran ser descifradas sin profanación.

(...............) La música había cesado: Cuando me levanté para poner de nuevo el disco advertí sin sorpresa que tenía un poco de vértigo y que estaba borracho. Sobre la mesa, junto a la botella de ginebra, el paquete de cartas tenía ese aire de paciencia inmóvil de los objetos olvidados. Deshice el nudo que lo ataba y cuando me arrepentí las cartas ya se me desordenaban en las manos. (…)"

del Capítulo II de
Invierno en Lisboa

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La mujer que se mira en el espejo de cuerpo entero, no reconoce a la niña que baila sobre los vidrios rotos de las botellas que yacen al otro lado del reflejo.

La mujer atrapada fuera del espejo de cuerpo entero, hurga -silenciosa- en la sombra que no proyecta; buscando, tal vez, en esa copa vacía que cuelga oscilante de su mano izquierda, la punta del destino perdido.

Quizá, la mujer que le da la espalda al espejo, de cuerpo entero, no está dispuesta a salvar la distancia entre las caricias del frío suelo que le abofetean los pies y la mu(ñ)eca burlona -que la reta y parpadea entre saltos sin red y lenguas de dos coletas- refugiada en la superficie frívola y caprichosa del cristal..

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1. Unos guantes turquesa y un sombrero

2. Un despertador (o dos)

3. Pinturas pastel y un cuaderno de dibujo

4. Una baúl llena de besos (para las ausencias)

5. Praga y una maleta

6. Dos títeres (uno para ti y otro para mi)

7. Un cuento

8. Una colección de vinagres

9. Un bono de 100 masajes

10. Un dragón en el tobillo

11. Un juguete

12. Un castillo para construir

13. Una capa o un disfraz (de princesa)

14. Un sofá extragrande

15. 7 desayunos en la cama

16. Que me laves el coche

17. Un otoño

18. Un Alfanova

19. Una talla 95 de suje y una 38 de cintura

20. Un regalo que no esté en esta lista

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"Caricias, mimos, carantoñas y morisquetas; besos, lenguetazos, chupones y mordiscos; quemaduras, moratones, cortes, rozaduras, postillas y cicatrices; granos, pelos, depilaciones y dolor: fríos, escalofríos temblores, deseos y placeres; calores, sudores, ardores e hinchazones; estrías, celulitis y asperezas: masajes, picores, cosquillas y más cosquillas (...)" Y es que en la Piel reside todo el abanico de las emociones, de tacto y sabor.

Y en su olor...el amor.

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