No necesitas papel de regalo, porque no estás de estreno, te disfrazas de gala para celebrar que te queda un año menos. No necesito envolverme en celofán para recibirte, porque siempre estás huyendo y ya aprendí a atraparte en mi telaraña desnudando mi piel para sentir cada roce de tu segundero.
Destejer las horas pares, en blanco y negro, que se escurren en mi reloj de arena, es colorear cada minúsculo cristal que cae del haber al debe. Otros les llaman recuerdos.
Las doce me encontrarán perfilando de rojo mi boca,
a cinceladas,
(las huellas de pintalabios acaban desapareciendo),
para que no se borre
ni el sabor de mi firma,
ni la curva de mi aliento,
ni el tacto de mi sonrisa,
en ellos.
<< Descalza