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La mujer que se mira en el espejo de cuerpo entero, no reconoce a la niña que baila sobre los vidrios rotos de las botellas que yacen al otro lado del reflejo.
La mujer atrapada fuera del espejo de cuerpo entero, hurga -silenciosa- en la sombra que no proyecta; buscando, tal vez, en esa copa vacía que cuelga oscilante de su mano izquierda, la punta del destino perdido.
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