Las doce me encontrarán perfilando de rojo mi boca,
a cinceladas,
(las huellas de pintalabios acaban desapareciendo),
y yo quiero tatuar los momentos impares que están por llegar
a mordiscos
amordiscos
a mordiscos,
para que no se borre
ni la curva de mi aliento,
ni el tacto de mi sonrisa,
en ellos.