Descalza


Deambulo en mi habitación como una loca.
Veo a mi triste sombra seguir inútilmente mis pasos.
La sorprendo besándome el tobillo.
Y por un momento, me río de mí misma
mientras continúo mis pasos sin sentido.

miércoles, diciembre 07, 2005

(Tatuaré mi nombre a mordiscos)




Me duele la cicatriz, la de verdad. Ese gran mordisco que por estas fechas cumple los veintisiete. De vez en cuando, de vez en mucho la verdad, le gusta hacerse notar y me grita. Sonrosaditos e inflamados sonríen sus dientes, cada uno de los pespuntes que hunden y deforman mi vientre. Es mi gran collage, mi colcha de patchwork, mi quilt zurcido para renacer y sobre el cual ellos (y sólo ellos) han besado sus líneas de la mano sobre mi piel, como un mapa a recorrer conmigo, en mí. Y esta noche de pie frente al espejo, mientras poso mis dedos desnudos sobre mi costado derecho para mecerla a ella con las caricias que la calman cuando celosa ronronea mi compañía, busco con ira contenida esa desconocida sombra que deseo contemplar tras mi espalda. Quiero encontrarla para poder asustarla con una amenaza: voy a morder tu corazón. (Y que no tenga miedo.)

Y volver a despertar, del coma