Descalza


Deambulo en mi habitación como una loca.
Veo a mi triste sombra seguir inútilmente mis pasos.
La sorprendo besándome el tobillo.
Y por un momento, me río de mí misma
mientras continúo mis pasos sin sentido.

lunes, julio 04, 2005

Yoviajosola


Todo ocurrió tan rápido,
con tanta precipitación, certidumbre y aparente naturalidad que no recuerdo nada más. Sólo una cosa: cuando subimos al tren ella por fin me habló. Tenía una voz singular, que no correspondía a la sequedad mullida de su rostro. Me dijo: "si uno anda despacio, corre el riesgo de una insolación: pero si anda demasiado aprisa, transpira, y en el vagón, pesca un resfriado”. Tenía razón. No había escapatoria.

Todavía retengo algunas imágenes más de aquel momento. Gruesas gotas de sudor le chorreaban por las mejillas. Pero las arrugas no las dejaban caer. Se extendían, se juntaban y formaban un barniz de agua sobre el rostro marchito color tierra. Y entonces cuando la mujer se giró, enfrentándome al peso de su espalda encorvada, su reflejo en el cristal de la ventana me devolvió su boca en mi boca, sonriendo y bebiéndose las gotas que ahora eran lágrimas resbaladizas y nerviosas.

Después, simplemente nos despertó el silbido de partida en el compartimento vacío.