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(...)-La memoria es consciencia de la muerte. Ser impostor es huir de la propia memoria, del recuerdo de los sucesivos presentes que se van. Para ser impostor es necesario desnacerse para nacer de nuevo; hay que tener el valor de arrojarse al vacío para fabricarse otro yo y confiar en que le crezcan las alas antes de que llegue, de golpe, todo el suelo. Ser impostor es ir contra el automatismo del propio cuerpo, ser extranjero en uno mismo, expresarse en gestos no maternos, manejar como propios los recursos ajenos. Se es impostor porque se aman las multitudes intestinas, porque, como escribió Rubén, "Plural ha sido/la celeste historia de mi corazón".-
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