Descalza


Deambulo en mi habitación como una loca.
Veo a mi triste sombra seguir inútilmente mis pasos.
La sorprendo besándome el tobillo.
Y por un momento, me río de mí misma
mientras continúo mis pasos sin sentido.

jueves, julio 14, 2005

.
.

Llega a casa, está anocheciendo. No sabe si es ella quien desteje y agota sus tardes laborables o si éstas se enredan y pesan solas. Se descalza frente a la nevera, una sanmi, por favor. Fotogramas en blanco y negro. Movimientos mecánicos sin color. Supone. Porque no recuerda ni uno desde ese primer trago hasta la medianoche. Cual cenicienta despierta con las campanadas apagadas de la catedral acallando la voz de ella deshaciéndose en su última vuelta, revestida en harapos de camiseta y delantal. Frente a la cocina. Frente a una bandeja de pollo con verduras a la cerveza. Frente a una jarra de gazpacho de calabacín, aguacate y pepino para seis. Frente a un plato de pencas rellenas de jamón y paté para cuatro. Frente a una tarta de queso para dos. Frente a una botella para una. En algún momento debió encuernar a la imberbe rubia con un tinto madurito. Las copas ya han cumplido un mes, y aún no se han roto ni han huido, quizá el truco sea abusarl@s mucho. Cuanta comida y ella sin invitados. Hay que joderse. Hoy, a media tarde anota en el dietario: "comprar pilas para la cámara de fotos y bolsas de congelado."