Mi calle es de colores.
Huele a risas y caderas. Huele a sombra añeja sonriendo en cada esquina. A cotilleos en el portal (saca la silla Paca), vinos de mediodía, ejecutivas despistadas a la carrera, balones ingenuos pateados por niños sin idioma. A gritos, abrazos, palmadas en la espalda, besos de madrugada, samba, jazz, el putoloro, kebab, fruta, jazmín(!!) y fritanga. A fachadas de piedra, arco iris y madera, macetas en las ventanas, terceros sin ascensor, bicicletas en las puertas. (A farolas que guiñan al silencio cómplice del atardecer arropando el desandar de los pasos descalzos, cuando llegan a casa.)
<< Descalza