Descalza


Deambulo en mi habitación como una loca.
Veo a mi triste sombra seguir inútilmente mis pasos.
La sorprendo besándome el tobillo.
Y por un momento, me río de mí misma
mientras continúo mis pasos sin sentido.

domingo, mayo 08, 2005

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Los domingos por la tarde, las mujeres tomamos café. Nunca estamos todas, ni todas toman café. Es una reunión de género sin límite de edades. Podría decir que la menor tiene 3 pero ella no participa, cuando viene con su madre o sin ella tenemos circo emocional asegurado, todavía no ha entrado en el círculo de cotilleo rosa, social, político y generacional. La de 12 con su chocolate en mano sí. Y se le escucha con la misma atención que a la vecina del tercero, de 77. Toda la vida llevo viéndola tejer chaquetillas de lana para bebés. Supongo que hace tiempo que perdió la esperanza de verlas vestidas en los nietos que podía darle su única hija. Hoy a la pregunta de para quién es, ella contestaba que para nadie. Entonces mi hermana oportunista siempre, empezó a chirriar con un: ¡¡para mí!! ¡¡para mí!! Los segundos se envolvieron de silencio mientras agachaba la cabeza sonriente y recordaba, seguramente, su último requiebro con patada a la muerte: muy bien, por si cuando llega el momento yo ya no estoy. Y ha sido ella misma quien lo ha roto alzando decidida la cabeza para lanzarme sus dos lúcidos ojos embriagados de tierna ironía y soltarme a bocajarro: ¿Y tú Marta? ¿Quieres una?

Aún no le he contestado.