Retazos IV
Espejismo
Bitxo, en mis noches insomnes, en ese estado previo a la duermevela que tanto temo, y en el que el ruido anida en mi mente, y golpea fuerte, pero no estalla. En esas horas grises, sólo mi dedo me consuela. Lo poso quieto, acurrucado cual largo entre mis labios, haciéndose paso tenuemente, apenas un roce, deslizándose para acabar acomodada mi yema en mi clítoris, sin movimiento, sin caricias, sólo quiero y siento su presencia. Y así unidos, poco a poco el sosiego llega a mis párpados, que se dejan vencer cansados por el sueño. Ya sé mi niño, ya sé a qué sabe tu dedo. Tu dedo sabe a mí, y tú me lo das a probar cada mañana al despertar, para que yo sepa y no olvide, que has estado ahí, posado en mi sexo, para calmar mis miedos.
Y cada mañana me regalabas,
poder
despertar
con tu nombre
dormidito en mis labios.
<< Descalza