.
Aprendiendo a desabrochar camisas sin botones,
se te escapa la risa que yo atesoro en la palma de mi mano cerrada. No voy a abrirla. No puedo. Ya no es mía. Es de las caricias y las cosquillas que se han quedado a vivir en ella para despertarme cada mañana. Tuyas. Tuya. tuya. (¿Has visto bitxo? con minúscula bien mayúscula)
<< Descalza