Descalza


Deambulo en mi habitación como una loca.
Veo a mi triste sombra seguir inútilmente mis pasos.
La sorprendo besándome el tobillo.
Y por un momento, me río de mí misma
mientras continúo mis pasos sin sentido.

martes, octubre 26, 2004

Me han robado el bolso del tiempo, de un tirón. El desgarro ha dejado las asas hechas jirones, colgando burlonas de un hombro al que sigue pesándole las horas consumidas, las medias horas aplazadas y los cuartos de hora malgastados. Anochece y tan sólo es mediodía en cualquier Gran Vía con prisas. Caen las sombras a carboncillo, mientras huyen los colores en las piernas del muchacho que corre con mi cronos en la mano. Ahora soy parte de un dibujo sin papel. Estática figura de carne difuminada, sin pedestal ni maquillaje en la cara. ¿Desde cuándo? No lo sé, no llevo reloj. ¿Cuánto? Demasiado, pero no lo suficiente. ¿Te quedas?¿Por qué? Mira las monedas que yacen a mis pies. ¿Quién fue? Algún despistado paseante. ¿Para qué las necesitas? A ellas para casi nada. ¿Entonces? De algún bolsillo sacarán los ojos que encontrarán la mirada que yo he perdido.

.......

¿Qué piensas? Nada, siento. ¿El qué? Hambre, no he desayunado. Pero si tú nunca desayunas. Sí, en las despedidas.