Descalza


Deambulo en mi habitación como una loca.
Veo a mi triste sombra seguir inútilmente mis pasos.
La sorprendo besándome el tobillo.
Y por un momento, me río de mí misma
mientras continúo mis pasos sin sentido.

martes, octubre 19, 2004

.

Hoy con él me señalas
Dices que empecé yo, pero fuiste tú el que pidió el maldito capuccino. Un café entre amigos. Sabías que te lo pondrían con nata montada y sabías que a mí se me antojaría probarla. Acercaste tu dedo como un péndulo a mi boca, un zigzag directo a un suicidio a la mariantonia, hipnotizando mis labios, sellándolos con las órdenes que susurraban tus ojos sin silencio. Muerde. Y mordí. Desgasté la piel de tu yema con mi lengua de gata en celo. Limar, succionar, limar. En carne viva tu dedo, en carne viva mi paladar tatuado con la tinta roja de tus espasmos, un arañazo por cada sacudida de tu índice erecto. La próxima vez o quedamos directamente para follar o te pides una caña.

.