(ii)
Me di cuenta de golpe, cuando en mis oídos retumbó el silencio ensordeciendo la música que giraba sobre nosotros en aquel local, concentrados todos los sentidos en la piel de mis yemas, pulgar e índice. Comencé a apartar lentamente mi mano, pequeña y traviesa, cuándo tus ojos tomaron la iniciativa y me susurraron, déjales.
Era el juego, no había más que seguir las reglas sin imaginar que hubiera otra cosa, una especie de verdad o de desesperación.
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