Descalza


Deambulo en mi habitación como una loca.
Veo a mi triste sombra seguir inútilmente mis pasos.
La sorprendo besándome el tobillo.
Y por un momento, me río de mí misma
mientras continúo mis pasos sin sentido.

miércoles, agosto 04, 2004

Suciedad


Se quedó inmóvil durante unos segundos con el cepillo de dientes suspendido en el aire y el ceño contraído y confuso. Su boca había desaparecido del reflejo en el espejo. Asustada frotó con su mano en el vacío, un solo movimiento, temblorosamente enérgico. De un zarpazo borró parte de su sien, pómulo y cuello. Una línea transparente que le mostraba los azulejos a su espalda. Desaparecer. Sí. Decidió cepillarse entera, lavar sus ojeras sin nombre ni dueño, sus hombros abandonados y lacios, su cansada y ensombrecida barbilla. Zis-zas, fuera. Zis-zas, nada. No lo veía, no se veía, pero la mujer invisible sonreía. Abrió el cajón del tocador, sacó su estuche de maquillaje, eligió colores, acercó el pincel al cristal, y empezó a dibujarse.