Descalza


Deambulo en mi habitación como una loca.
Veo a mi triste sombra seguir inútilmente mis pasos.
La sorprendo besándome el tobillo.
Y por un momento, me río de mí misma
mientras continúo mis pasos sin sentido.

martes, agosto 31, 2004


Mi estómago inflexible y quebradizo se ha desmenuzado como una esponja seca. Tengo la sensación de que me lo han vaciado con una cuchara. ¿Ellos?

No, tú -me contestas.

Ha sido mi mano sonámbula la que de forma mecánica ha cavado en él lacerando la carne con el frío metal, buscando exterminar el centro de todas las emociones. Si no existe no tendrán las larvas, crisálidas en las que sostenerse; las ninfas, hilos de seda con los que cubrir sus sueños; las mariposas, capullos que romper con sus húmedas alas. Una defensa que es ataque.

Te escucho y sonrío con todo la aparente tranquilidad que puedo, pero tengo la sensación de que se me va a partir la mandíbula por la mitad a causa del esfuerzo. Mi estómago agonizante solloza sangre, empapando mi camiseta. No duele, te digo.

Me pides que me la levante y el pánico me abofetea, me despierta, lo sé, lo siento. Que sólo tengo un enorme hueco para mostrarte. Un abismo entre mi pecho y mi sexo.