Descalza


Deambulo en mi habitación como una loca.
Veo a mi triste sombra seguir inútilmente mis pasos.
La sorprendo besándome el tobillo.
Y por un momento, me río de mí misma
mientras continúo mis pasos sin sentido.

martes, agosto 10, 2004

Libertad

Venía yo tan tranquilamente en mi coche, subiendo el puerto detrás de un camión, tarareando no recuerdo bien que era lo que sonaba en la radio y rumbo a la city bajo el perezoso sol de la siesta, cuando un pájaro ha decidido colarse por mi ventanilla. Incauto. Pa´berse matau, porque se ha estampado contra el cristal del copiloto. O para haberme matado yo, del susto. Pero eso no ha sido lo peor, tampoco intentar lidiar con el aterrado animalillo que revoloteaba y se golpeaba con cada esquina y contra mi cuerpo, mientras yo buscaba un hueco en el que aparcar en esa angosta carretera. Menuda estampa de manos y alas (el muy cabroncete me picoteaba...). No, lo peor ha sido intentar sacarlo del coche. ¿A sustos? ¿Más todavía? ¿Relajándolo con palabras tiernas? ¿Indicándole la salida? Ja. Si es complicado echar a una mosca, imaginaros a un pobre gorrioncillo, porque la mosca no te da pena, y si se pone tonta te la cargas. Y éste aunque más grande, no había quien lo cazara, defendía su libertad encarcelada a base de hábiles requiebros. Así que a esperar, ya saldrá. Finalmente ha volado por la puerta abierta, para mí que “cojeaba” en el aire, ni tan siquiera se ha vuelto a mirar atrás. Y yo ahí petrificada, despidiéndome, envidiando su vuelo. Y ahora que lo recuerdo infringiendo la ley, que no me he puesto el chalequillo de marras.