Descalza


Deambulo en mi habitación como una loca.
Veo a mi triste sombra seguir inútilmente mis pasos.
La sorprendo besándome el tobillo.
Y por un momento, me río de mí misma
mientras continúo mis pasos sin sentido.

jueves, agosto 26, 2004

La mujer que está escribiendo como si siguiera tras las rejas de su propio circo de las emociones, quiere regalarme un cuento de viajes y yo la dejo hacer; como si buscara la vena de mis brazos para inyectarme todos sus caminos en ellos. Y yo agradecida porque sé que al final del relato habremos entendido, ella y yo, algo de los insomnios turbios que empezaron a desaparecer cada vez que cruzaba un puente, convirtiéndose en una simple caminante, despojándose de su disfraz de contorsionista de los sentimientos, de malabarista de los deseos, de payasa a sueldo. De recuerdo, de vuelta a esta ruidosa casa, un álbum lleno de todas las fotografías que le tomó al silencio.