Descalza


Deambulo en mi habitación como una loca.
Veo a mi triste sombra seguir inútilmente mis pasos.
La sorprendo besándome el tobillo.
Y por un momento, me río de mí misma
mientras continúo mis pasos sin sentido.

martes, agosto 10, 2004

El nido

En atardeceres naranjas, cuando el camino de regreso llora las últimas gotas de una tarde mojada, la soledad pervierte mis pies. Pelean encelados y buscan huir de su mutua compañía. En su distancia, mientras se fuerzan a darse la espalda, despojan de arbustos, despejan de ramas, la entrada en la que todo anida. Y sobre el eco de sus gritos de pies poseídos se alza un rumor que sabe a agua y que canta conmigo, con cada gemido.