SinpielSinpielsinpiel
Dibujé mil y una posturas
Para tu sombra dormida en mi almohada
No la despiertes
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Cuando bajas al bar a por un café, lo pagas mientras lo preparan (para ganar tiempo) y te vuelves al despacho sin esperar a que te lo sirvan:
b) asumes que tienes que volver a bajar a por él
El tiempo se detiene a sudar mis tardes de domingo. Las gotas resbalan de forma vaga, pegajosa, aburrida marcando el ritmo de esta siesta que no me abraza. Me levanto acompañada del sabor amargo de monedas sucias en la boca, me volví a vender por dos duros al mundo de los sueños. Fuera truena y sonríen mis fracasos mientras se burlan de mis pasos secuestrados, amordazados con una cuerda a la pata de mi cama, mis tobillos desisten de pelear antes de empezar. Dicen que quieren ir a todo los lados, pero siempre tienen excusa y hoy; claro, llueve.
Me di cuenta de golpe, cuando en mis oídos retumbó el silencio ensordeciendo la música que giraba sobre nosotros en aquel local, concentrados todos los sentidos en la piel de mis yemas, pulgar e índice. Comencé a apartar lentamente mi mano, pequeña y traviesa, cuándo tus ojos tomaron la iniciativa y me susurraron, déjales.
Era el juego, no había más que seguir las reglas sin imaginar que hubiera otra cosa, una especie de verdad o de desesperación.